Si te acaban de diagnosticar migraña, es posible que sientas alivio por tener por fin un nombre para tu dolor y ansiedad por lo que te espera. Por desgracia, hay mucha información errónea sobre la migraña. Amigos bienintencionados, familiares o fuentes de Internet pueden estar llenándote la cabeza de "consejos" anticuados, simplificados en exceso o simplemente erróneos. Estos mitos pueden impedir que mejores tus días haciéndote sentir desesperanzado o alejándote de las estrategias de gestión eficaces. En este artículo, desmentiremos algunos mitos comunes (y no tan comunes) sobre la migraña -incluidos algunos que afectan desproporcionadamente a las mujeres- para que puedas avanzar con hechos, esperanza y confianza en tu viaje hacia la migraña.

Mito: La migraña es sólo un fuerte dolor de cabeza.

Una de las ideas erróneas más comunes es que una crisis de migraña no es más que un fuerte dolor de cabeza, algo que se puede soportar apretando los dientes o tratar con una pastilla de venta libre. En realidad, la migraña es mucho más que "un simple dolor de cabeza". Es un trastorno neurológico complejo con múltiples fases y una amplia gama de síntomas. 

Sí, el dolor intenso de cabeza suele ser uno de los rasgos distintivos de la migraña, pero algunos ataques de migraña no implican dolor de cabeza en absoluto. Como explica la Dra. Jennifer McVige, especialista en cefaleas, "la migraña es en realidad un trastorno cefálico primario y es mucho más que un simple dolor de cabeza. De hecho, el dolor de cabeza es sólo un síntoma de la migraña, y en algunas migrañas no hay dolor de cabeza en absoluto." En otras palabras, la migraña no se define únicamente por el dolor de cabeza. Se define por la constelación de síntomas y cambios neurológicos que se producen.

Para ponerlo en perspectiva, éstos son sólo algunos de los posibles síntomas que alguien puede experimentar durante un ataque de migraña:

  • Dolor punzante o palpitante que puede abarcar toda la cabeza o producirse en un solo lado.
  • Sensibilidad aumentada a la luz, el sonido o los olores (los estímulos normales pueden parecer insoportables).
  • Náuseas y vómitos, a veces con pérdida de apetito o malestar estomacal.
  • Alteraciones visuales (aura) como visión borrosa, puntos parpadeantes o líneas en zigzag en la vista.

Esta lista no es exhaustiva, ya que los síntomas de la migraña varían mucho de una persona a otra. Muchas personas también refieren mareos, fatiga, rigidez en el cuello, hormigueo en la cara o las extremidades y dificultad para pensar con claridad durante los ataques. 

Una crisis de migraña puede durar horas o incluso días, y puede incapacitar gravemente, dificultando o imposibilitando el trabajo, los estudios o la vida cotidiana. De hecho, la Organización Mundial de la Salud sitúa la migraña entre las principales causas de discapacidad en todo el mundo. Así que si alguien le insinúa que debe "aguantarse" durante un ataque de migraña, sepa que la ciencia dice lo contrario. La migraña es una tormenta neurológica, no un simple dolor, y merece un tratamiento y una comprensión adecuados.

Mito: las crisis de migraña siempre tienen desencadenantes evidentes que se pueden evitar.

Es posible que hayas oído que las migrañas están provocadas por factores desencadenantes, como ciertos alimentos o el estrés, y que si pudieras identificar y evitar tus factores desencadenantes, nunca tendrías un ataque. Es cierto que muchas personas con migraña tienen factores desencadenantes. Entre los culpables más comunes se encuentran el estrés, las luces brillantes o intermitentes, la falta de sueño, el alcohol, la cafeína, determinados alimentos (como los quesos curados o el chocolate), los olores fuertes, los cambios meteorológicos y los cambios hormonales. Llevar un diario de las migrañas para identificar sus desencadenantes personales es, sin duda, una herramienta útil. Sin embargo, la idea de que todas las crisis de migraña pueden evitarse controlando los desencadenantes es un mito.

En realidad, los desencadenantes son muy individuales y a veces imprevisibles. Aunque evitar los desencadenantes conocidos puede reducir la frecuencia de los ataques, no es posible prevenir todas las migrañas únicamente evitando los desencadenantes. En primer lugar, no se pueden evitar muchos desencadenantes. No se puede controlar el tiempo, las hormonas o los ruidos y olores aleatorios. Incluso cuando se hace todo "bien", las migrañas pueden aparecer de repente sin una causa clara. La migraña es una afección cerebral compleja que no puedes controlar al 100%, así que no te culpes cuando aparezcan los ataques.

Dicho esto, conocer tus patrones puede ayudarte. Algunas personas descubren, por ejemplo, que la combinación de dormir poco, saltarse comidas y el estrés puede predisponerlas a un ataque. Llevar un diario puede revelar estos patrones. Pero incluso el seguimiento más diligente puede no detectar todos los desencadenantes. A veces, el cerebro simplemente tiene un ataque de migraña

En lugar de perseguir la perfección para evitar los desencadenantes (lo que puede añadir estrés), céntrate en la "higiene del dolor de cabeza" en general: llevar un estilo de vida sano y equilibrado. El sueño regular, la hidratación, las comidas equilibradas, el ejercicio y la gestión del estrés pueden elevar el umbral de la migraña, haciendo que los ataques sean menos probables o menos graves. En resumen, los desencadenantes son importantes, pero no lo son todo. No dejes que este mito te haga sentir culpable por tener una crisis de migraña ni que te obsesione evitar cualquier cosa. Basta con tomar decisiones sensatas sobre el estilo de vida y tener un plan de tratamiento para cuando se produzcan los ataques.

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Mito: "Todo está en tu cabeza". Relájate y piensa en positivo para curar tu migraña.

Pocos mitos son tan frustrantes (o tan hirientes) para las personas con migraña como la sugerencia de que se trata de un problema puramente psicológico. ¿Cuántas veces le han dicho a un migrañoso: "Quizá si dejaras de estresarte tanto, no te dolería la cabeza", o "Intenta pensar en positivo, probablemente te lo estás provocando tú mismo"? Es probable que este mito tenga su origen en el hecho de que el estrés y las emociones pueden desencadenar migrañas, pero tergiversa esa verdad y la convierte en una mentira perjudicial. Dejemos las cosas claras: La migraña no es un defecto de la personalidad ni un fallo de la fuerza de voluntad. Es un trastorno neurológico. No se puede simplemente "desear que desaparezca" un ataque de migraña relajándose o adoptando una actitud alegre.

Históricamente, sobre todo en el caso de las mujeres (hablaremos de ello más adelante), las migrañas se consideraban histeria o neurosis. Ahora sabemos que eso no podría estar más lejos de la realidad. La medicina moderna reconoce que la migraña es un trastorno cerebral complejo en el que intervienen factores genéticos, bioquímicos y neurológicos. Por ejemplo, durante un ataque de migraña se produce una activación del sistema nervioso trigémino y una inflamación de los vasos sanguíneos del cerebro. No es algo que se controle conscientemente. El dolor y los síntomas son muy reales, y la migraña es una de las enfermedades más incapacitantes a nivel mundial.

Aunque no se puede curar la migraña con pensamientos positivos, hay hábitos saludables que pueden ayudar a reducir la frecuencia de los ataques. Las prácticas a menudo denominadas "higiene del dolor de cabeza" -como controlar el estrés, comer bien, mantenerse hidratado, mantener un horario de sueño regular y hacer ejercicio- pueden marcar la diferencia. Estas medidas relacionadas con el estilo de vida pueden reducir con el tiempo la frecuencia o la intensidad de las migrañas. 

Sin embargo, ningún tipo de yoga o meditación es una cura para la migraña, e insinuar que los ataques de migraña de alguien son culpa suya por "no relajarse" es falso e injusto. En resumen: la migraña es una afección médica genuina, no una debilidad mental. Así que la próxima vez que alguien diga "cálmate" como remedio, puedes citar con confianza a la Organización Mundial de la Salud y a los neurólogos que afirman que la migraña tiene una base biológica. Utiliza la reducción del estrés como una herramienta más de tu caja de herramientas, pero no te creas el mito de que tu mentalidad por sí sola ha causado (o puede curar) tu migraña.

Mito: La migraña sólo afecta a las mujeres. Los hombres no padecen migraña.

A menudo se piensa que la migraña es una "enfermedad de mujeres". Es cierto que la migraña es unas tres veces más frecuente en las mujeres que en los hombres, debido en gran parte a factores hormonales. Pero los hombres sí que padecen migrañas, y a menudo sufren en silencio a causa de este mito. Creer que "a los hombres de verdad no les duele la cabeza" no sólo invalida a los varones que padecen migraña, sino que puede retrasar su diagnóstico y tratamiento. Sólo en Estados Unidos, más de 38 millones de personas padecen migraña, entre ellas 1 de cada 5 mujeres, 1 de cada 16 hombres e incluso 1 de cada 11 niños. Así que, aunque las mujeres son mayoría, también hay millones de hombres y niños que padecen migraña.

Si eres un hombre con migraña, no eres una anomalía y no deberías sentir la necesidad de "aguantarte". De hecho, los hombres con migraña pueden enfrentarse a algunos riesgos de salud únicos. Las investigaciones demuestran que los hombres que padecen migraña tienen un riesgo ligeramente mayor de sufrir accidentes cardiovasculares, como derrames cerebrales e infartos de miocardio, por lo que es aún más importante recibir la atención médica adecuada. 

Por desgracia, debido al viejo estereotipo de "enfermedad de mujeres", a veces los hombres son menos propensos a buscar ayuda. Pueden tratar de sobreponerse al dolor o considerarlo sólo estrés, lo que puede conducir a un sufrimiento innecesario. A la migraña no le importa tu sexo. Es una afección neurológica que puede afectar a cualquier persona con cerebro. Y, desde luego, tampoco es sólo un problema moderno o del primer mundo; la migraña se ha registrado a lo largo de la historia y en todas las culturas, tanto en hombres como en mujeres.

La buena noticia es que la concienciación va en aumento. Las organizaciones de defensa de los derechos producen ahora vídeos y artículos dirigidos a los hombres con migraña. Si te acaban de diagnosticar una migraña y eres varón (o conoces a un hombre que podría padecerla), no dejes que este mito te impida buscar tratamiento. Las migrañas no son un signo de debilidad. Todo el mundo, independientemente de su sexo, merece alivio y apoyo para esta afección.

Mito: La migraña no tiene nada que ver con las hormonas o "ese momento del mes".

En la otra cara del mito anterior, algunas personas descartan el vínculo real entre la migraña y las hormonas. Tal vez como reacción al estereotipo de que la migraña es un "problema de mujeres", oirás decir: "Oh, las hormonas no tienen nada que ver; una migraña es sólo un dolor de cabeza, deja de echarle la culpa a la regla". Se trata de un mito que tiene sus raíces en un pensamiento médico anticuado

En el siglo XIX, un prominente médico insistió en que "no sabía que la menstruación afectara [a la migraña] en lo más mínimo", contradiciendo las observaciones de las médicas de la época. Ahora sabemos que estaba muy equivocado. Para muchas mujeres, las fluctuaciones hormonales son un potente desencadenante de migrañas. De hecho, alrededor del 50-60% de las mujeres con migraña notan una relación con su ciclo menstrual (a menudo un empeoramiento de los ataques alrededor del periodo). Así que sí, las hormonas son importantes en la migraña.

¿A qué se debe? La teoría predominante es que el descenso de estrógenos que se produce justo antes de la menstruación puede desencadenar ataques de migraña en personas susceptibles. Por eso algunas mujeres sufren migrañas menstruales intensas en los días previos a la regla. Asimismo, otros cambios hormonales -como los que se producen durante el embarazo, la perimenopausia y la menopausia- pueden influir en los patrones de migraña. Por ejemplo, algunas mujeres alivian sus migrañas durante el embarazo o después de la menopausia, cuando los niveles de estrógenos se estabilizan, mientras que otras pueden ver surgir nuevos patrones. La migraña suele estar relacionada con la montaña rusa hormonal. Desestimar esta conexión no ayuda a nadie.

Por el lado bueno, saber que existe un componente hormonal significa que tú y tu médico podéis anticiparos y planificar esos momentos especialmente vulnerables. Algunas mujeres utilizan pequeñas estrategias preventivas durante la menstruación (como tomar magnesio o un AINE los días previos) para evitar las migrañas menstruales. Por supuesto, consulta siempre antes los tratamientos con tu médico. 

Y he aquí un dato alentador: incluso algo tan natural como la lactancia materna puede ayudar a algunas mujeres con migraña. Contrariamente al viejo mito de que la lactancia materna provoca migraña (esto se creía en el siglo XVIII, cuando los médicos culpaban a la "succión excesiva" de los dolores de cabeza de las madres), ahora sabemos que la lactancia mantiene más estables los niveles de estrógeno, lo que puede evitar las caídas repentinas que desencadenan los ataques de migraña. (Por supuesto, el estrés y la falta de sueño que supone cuidar de un recién nacido también pueden desencadenar migrañas, por lo que la experiencia de cada madre primeriza será diferente). 

La conclusión es que las hormonas son una pieza del rompecabezas de la migraña para muchas mujeres. Reconocer los efectos hormonales sobre la migraña puede conducir a mejores planes de tratamiento, acercándote un paso más a esos días mejores.

Y ahora, una verdad sobre la migraña: la neuromodulación puede ayudarle a sentirse mejor.

La medicación suele ser la primera línea de defensa contra la migraña, pero no es su única opción. Muchos especialistas en cefaleas recomiendan enfoque multimodal del tratamiento de la migraña. Esto significa la superposición de múltiples tratamientos que funcionan, tales como medicamentos, suplementos, cambios de estilo de vida / evitar desencadenantes, y los dispositivos de neuromodulación que se dirigen a los nervios implicados en el dolor de la migraña.

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